«muy luzidos los nuestros. Segundamente escupen y manzillan el rostro del redemptor, los que con intrinseca neçedad del pensamiento ciego, concibiendo palabras dignas y llenas de reprehension: menosprecian la presencia de·la habundantissima gracia, y maliciosamente niegan hauer venido a nosotros en carne, como lo reza Augustino. Terceramente escupen y ensuzian el rostro del hijo de Dios, como escriue Gregorio aquellos que en·esta vida presente con escarnios y sacrilegas manos»