«del rostro resplandesciente y purissimo de nuestro redemptor y maestro, esta assentado hasta hoy en misterio sobre sus coraçones obstinados y impios: ca si dexando a parte el velo y escuridad de·la infidelidad y perfidia, no se querran conuertir: alumbrados con·la verdadera luz del conoscimiento de·la humanidad del fijo de Dios, jamas les cumple tener esperança de poder ver su rostro. El qual desseando ver el glorioso Dauid»