«tu rostro, tu que estas assentado sobre los cherubines. O damnados y malignos judios: endurescidos en·las tiniebras y ceguedad del pecado. maldicion sea a vosotros para siempre jamas: pues vino el que todo el mundo desseo que viniesse y vosotros le renegastes: vino, y lleno de misericordia le plugo enseñar vos su rostro: mas vosotros obstinados le velastes el rostro, no quisiendo le ver. velastes le, no para que no»