«O ypocrisia sanguinolenta, como si no matassen los que aconsejan y dan auctoridad a·la muerte: derramaron pues los malditos sacrilegos por inuidia la sangre del justo muy conoscidamente: pues la pusieron en manos para derramar de quien injustamente la derramo. Abran en aqueste passo los ojos por no tropeçar, los clerigos y los religiosos, y mucho mas los prelados, que entienden que solamente mata el que con sus propias manos»