«aquel reuerendissimo y diuino cuerpo: receptaculo de nuestra salud: para que fuesse rigorosamente açotado. O manos despiadadas. O manos mas de animales brutos que razonables. O manos sacrilegas, que tan injuriosamente presumieron de llegar por desonrrar cosa tan excellente y sanctissima. O quanto les fuera mejor nunca nascer, o que nascieran inutiles para tan cruel ministerio. O Jhesu glorioso, si el primer Adam en·el parayso terreste, por su propio peccado»