«hasta la cumbre de·la cabeça, no se hallo en·el cosa sana. y entonces se cumplio lo que el mesmo scriuio mas adelante. No quedo en·el figura ni hermosura, y vimos le sin aspecto por donde podiesse ser conoscido: tenia el rostro como escondido y menospreciado, tanto que le estimamos como humillado y ferido de lepra. Onde Augustino. perdido hauia ya toda la hermosura del rostro: aquel que sobre»