«como humillado y ferido de lepra. Onde Augustino. perdido hauia ya toda la hermosura del rostro: aquel que sobre todos los fijos de·los hombres era hermoso. Consideremos: o hermanos carissimos con exquisita diligencia: y sintamos por compassion los dolores extremos que el glorioso redemptor sentia por nuestros pecados: y sigamos le por su enxemplo: disciplinando algunas vezes aquesta nuestra carne soberbia, llorando y diziendo. Adonde vas, o buen Jhesu desnudo,»