«te oso atar con la columna? Quien fue aquel tan sacrilego que oso prender los açotes, para herir tu persona tan venerable y reuerendissima? Quien fue aquel ministro de Sathanas, que puso las manos tan despiadadas en ti: sin dexar te yuntura ni huesso sin lesion y dolor? Tan solamente nos queda vn pensamiento, que tu que eres sol de eterna justicia, para entonces escondiste los rayos de tu claridad: porque»