«ralea estauan ahun por nascer. Onde aquel Bernardino glorioso, en aquestos nuestros postrimeros dias, pregonero excellente de Jesuchristo, escriuiendo de aquesto en vno de sus sermones de·la passion dize: yo no se por qual demerito tan oculto se haya seguido aquesta tan intrinseca obligacion, o que tan secreta justicia fue aquesta, que a·la vengança de tan graue pecado: los padres (permitiendo lo Dios) pudieron obligar no solamente los fijos»