«los açotes, estaua elada y pegada, con·lo interior de·la carne viua y mas sensible de·la delicada persona suya. ni podria concebir pensamiento humano ninguno, la crueldad con que tan despiadadamente, de vn golpe je·le quitaron. O señor misericordioso, y quantos pedaços de tu cuero y carne preciosa leuo consigo la ropa? O quan escozida pudo con·el frio quedar tu delicada persona? O quien pudiera ser tan»