«reparen las sillas de tu glorioso reyno celeste: y no possea el infierno espantoso, tan rico despojo. Y boluiendo los ojos a·la cruz sacratissima, como esposa muy querida y muy estimada: la abraço. Y prostrando su cuerpo precioso, muy presto y ganoso, estendio en·ella sus manos y pies. Entonces los carniceros rauiosos: con gana de derramar la sangre sin precio del redemptor: porque a·los agujeros que antes hauian»