«si los merescimientos de·la sangre que derramo el glorioso Jesu, no les socorriessen. porque como escriue el Apostol a·los de Corintho. no somos suficientes, ni abastamos de nosotros mismos pensar cosa ninguna que buena sea, como de nosotros: mas toda nuestra sufficiencia y lo que podemos, es don de Dios. E quantoquier algunas vezes nuestros pensamientos, afecciones, voluntades, y desseos: por ventura sean de natura buenas: con todo esso»