«cosa ninguna que buena sea, como de nosotros: mas toda nuestra sufficiencia y lo que podemos, es don de Dios. E quantoquier algunas vezes nuestros pensamientos, afecciones, voluntades, y desseos: por ventura sean de natura buenas: con todo esso ningun valor serian en·la razon del merescimientos, si no las teñymos en·la sangre del pie del misericordioso Jesu. Onde el bienauenturado Dauid, fablando misterialmente y prophetica de·la sangre de»