«E quantoquier que algunos deuotos hayan touido, que viendo la gloriosa señora y madre tan piadosa, desnudado su fijo precioso: assi vergonçosamente: quitando se el velo con que staua cubierta: lo echo azia·las partes desonestas de ver, en·las quales se pego luego muy milagrosamente. El glorioso Bernardino en nuestros dias pregonero de su passion sacratissima, no consiente tal opinion: y assigna para ello aquesta razon: que como en aquella»