«no consentiras que este su hijo en su pulpito, ordenado del titulo de su real majestad? el qual ahun que lo leyste: con·la malicia no le entendiste. E por·ende sed ciertos, o despiadados sacrilegos, pues las obras de Dios son perfectas, que no dexara por acabar obra tan marauillosa, como la que començo de nuestra salud: pues sus ojos veen nuestras imperfecciones.§ Por tanto a todos quantos desseays participar»