«al eterno Jesu que confiando, suplicaras por la salud de tu alma: y diera te la aquel que supo perdonar y fazer principe de·la yglesia sancta catholica: a quien con juramento le reniego. E attendida su iniquidad y malicia, respondio le el otro ladron. Tu ningun temor tienes de Dios: siendo ya condemnado con nosotros a muerte: ca si tu y yo padescemos: nuestros delictos lo merescieron: y recebimos justa»