«hauiendo començado ya de derramar tan abundantissimamente los tesoros de su infinita clemencia y misericordia, con·los que la ignorancia piadosamente podia escusar, y con·el ladron. Viendo estar a su bendita madre tan sin consuelo y reparo, llorando cabe la cruz y con ella sus hermanas, y el discipulo que mucho amaua: conosciendo que ya tenia atrauessada el alma del despiadado y agudo dolor del cuchillo de su passion acerbissima.»