«el hijo de Dios: desnuda te ya los vestidos de tu alegria passada, y viste te de cilicio y ceniza. y si en ti queda algun sentimiento para te repentir: nunca cessen tus ojos de derramar fuentes de lagrimas viuas: pues mataste tu saluador. E a tu lo digo, o alma deuota, no cesses de considerar, quien, qual, y quan grande es aqueste, que por ti le plugo morir tan ganoso?»