«lagrimas para poder distillar, le leuaron al huerto: y le pusieron en aquel monumento: donde ni antes ni despues estuuo otro ninguno. No sin alto misterio, como rezan Ambrosio y Crisostomo, ordeno aquesto la diuina dispensacion: porque los perfidos y scelerados judios, si en ningun tiempo fuera algun otro puesto en aquel sepulcro, dixieran hauer resurgido aquel: y no el redemptor de humana natura. O por otra causa, como scriue Augustino:»