«sido Pedro que conde: y mas açacan, que señor visorrey. O quan crueles lloros haura ende sin piedad. O quan estremescidos tartaleares, sin esperar el reparo. O quan sano consejo fuera hauer mirado el redemptor desnudo en·la cruz: cuyo sepulcro no tuuo perlas ni oro, no tuuo brocados ni sedas: mas solo lienço purissimo. y cuya compaña ni tuuo chamelotes ni mulas preciosas: mas silicios y hambre, y los pies»