«mil quinientos tiros de artilleria que la batieron los rezios adarbes las altas torres muchos edificios palacios y casas dauan en suelo y por tal forma que la primera vista delante ya parecia ser despoblada. Attonitos fueron los pensamientos y coraçones de alguna gente por tal destruycion: empero entonce el buen capitan entre sus nobles y caualleros andaua llamando con muy gran esfuerço el fauor diuino touiendo sperança en Christo Jesu y en·la virgen su madre bendita con su»