«grande como la puerta. La plaça de·la ciudad es oro esmerado: que se trasluze como vidrio. E no vi en·ella templo, o yglesia. Ca el señor Dios omnipotente es su templo, e el cordero: ni la ciudad no ha menester sol ni luna para que den lumbre en ella: ca la claridad de Dios la alumbrara: e su candela es el cordero. E andan las gentes en su lumbre»