«no me perdono, ni popo. Derramo en tierra mis entrañas: e sobre mi ferida me fizo otra. E cargo en mi el gigante. Terceramente los demonios jamas se fatigan en tormentar. A .iij. capitulos de Daniel. No cessaran los ministros del rey de encender la fornaz. Onde dixo vno. Hay ende tormentadores mas espantables que las sierpes. Difformes e negros: mas no perezosos para los açotes: los quales nunca»