«todos los caualleros fablauan en·el: todas las damas ponian los ojos en contemplar su persona. Alla yua todo el fauor del palacio donde el conde miraua: las dadiuas fueron tantas que el emperador y la emperadriz le dieron que la pluma reçela scriuir·las. Algunos coronistas ponen que le dio el emperador el condado de Prohencia: otros affirman que por la condessa doña Dulce fija del conde como arriba diximos el condado le vino:»