«y de noche rondar sus calles y quanto nuestro rostro vieren con la pena de nuestros trabaios mas mortal y triste luego el de ellas con nuestros males se alegran y mas ledo que nunca biue. Pues señor que mayor desaventura puede ser que la de·los amantes tener toda su vida oficio de mendiguar y pidir merced y limosna a quyen siente vicios con nuestros males, y quanto son graues cosas de sentir tener estrecha necessidat, y»