«o que murieramos quando niñas o que la muerte atajasse agora tal vida porque nunca llegaramos a ver tal perdimiento. No auia quien podiesse ni abstener·se de lagrimas ni quien dexasse de llorar viendo los tristes gestos y semblantes desfigurados de·las vnas y de las otras y oyendo los tristes quexos que las fijas de·las madres y las madres tan llorosas dauan de sus maridos: otorgaron·les a·la postre los tristes y angustiados maridos que»