«la tercera e final que non te duela de·las cosas perdidas: las quales non puedes recobrar. Acabadas estas palabras la aue subio en·el arbol: e canto muy dulcemente aquesta oracion. Benedito sea el señor Dios que el sentido d·este caçador encubrio e cego: e le quito su prudencia por que non me tocasse ni me mirasse con·los ojos ni entendiesse con su entendimiento la piedra preciosa llamada jacinto del peso de»