«sin mal que dende le viniesse como su amo el lobo. Mas la yegua quasi non syntiendo carga alguna por el: alçando a Benitillo començo de correr para los pastores: leuando lo colgado al raposillo de sus narizes donde tenia sus dientes bien fincados e imprimidos. E viendo la madre de·la altura del monte començo a llamar. O fijo Benitillo: suelta la yegua e torna para aca saluo: mas el non pudiendo dexar»