«el postrero capitulo. Su sternudo: es vn resplandor de fuego: e sus ojos como parpados del alba. De su boca proceden lamparas encendidas como tiedas de fuego. De sus narizes sale fumo: assi como ollas encendidas e feruientes. Onde el poeta dize. Hay ende sierpes: que echan flamas por la boca. Del resollo de·los quales: perecen las almas de·los peccadores. Segundo ellos son crueles en effecto .»