«y pestilenciales que le robaron en fin la vida. Quien dexara de dar quexos de tan iniqua y desatentada crueza como fue la d·esta muerte tan fuera de sazon y tan enojosamente venida? Que ni perdono al tan florido mançebo que se aparejaua de ganar tantas honrras: ni al tan viejo y desapoderado el rey su padre: ni a·la reyna tan fermosa esclareçida y pujante que ni a penas le dio tiempo de reconoçer la»