«non es en los cabellos, mas en·el coraçon. Dixo el otro: o señor rey, guardat·vos de Guardia, ca el es espia, por tanto como oy le he visto en la hueste de·los griegos. E el respondio: si asy fuese tu non lo dirias. E el otro le dixo: bien esta ese tu cuello. E aquel respondio: luengo tienpo ha que tu has aprendido a dezir mal»