«A quien sino a vos, mi buen senyor d·Urrea, deuen ser preguntades aquellas dudas que por diuersas opiniones tienen entre si la verdat encubierta. Diria yo lo por que, sino que me paresce ser demasiada la fabla, en la declaracion d·aquello que por maniffestas obras la verdat se paresce, e pues es dado a·los buenos judicios l·escureza de·la ignorancia aclarescer, vos suplicho queraes de vuestro oficio vsar en la»