«ni ahun se podiessen hauer: que todo el mundo refuhia de embiar sus fijas a tierra de infieles: y para ser para siempre catiuas: ya el triste padre cansaua de buscar: y perdia la confiança de poder fallar remedio: quando Dios nuestro señor que nunca fallece ni sabe falleçer le puso en voluntad que recurriesse a sus vassallos: recurrio: y no sin dolor grande y sin lagrimas de coraçon les descubrio su amargura:»