«a·el caydo en·el rio. Despues segunda vegada le mostro otra acha de plata el mesmo Mercurio: la qual el carpentero assi mesmo nego ser suya. A la tercera vez le offrecio la propria acha suya de fierro: e el carpentero conosciendo aquella por suya: affirmo como ella era su acha. E Mercurio viendo aquel ombre assi pobre tan verdadero e justo: dio le juntas todas tres achas: assi la de oro»