«los niños que eran de diez años y ahun menores forçauan y costreñian a·los ritos de su perfida y abominable secta. Guay de nos como fue escurecido el oro resplandiente de·la sabiduria por las tiniebras de·la ignorancia: el oro de·la dignidad por la vileza de·la seruitud: como se mudo el fermoso color de·la eloquencia griega en·el barbaro y incompuesto fablar de Turchia. Si algunas piedras houo del sanctuario constantes»