«no auia quien podiesse ni abstener·se de lagrimas ni quien dexasse de llorar viendo los tristes gestos y semblantes desfigurados de·las vnas y de las otras y oyendo los tristes quexos que las fijas de·las madres y las madres tan llorosas dauan de sus maridos: otorgaron·les a·la postre los tristes y angustiados maridos que las podiessen siquier acompañar fasta donde se enbarcassen: fueron a Tarragona y enchieron todo el camino de vozes y alaridos»