«le avia seruido sentia en su vista la gloria segunt su merescimyento mas ninguno pudo ser tan tibjo en lo ver que en bivas llamas de amor no ardiese donde no solamente los mancebos naturalmente suyos havn mas suyos los hazia mas la muy cansada veieç continentes y religiosos quyen ver lo pudo en el numero de·los amantes quedo, donde concluyo alli no quedo otra ley en el adorar sino la suya y como d·este su resplandor todos»