«quanto son de culpar los que escriuieron tan corta y mendigamente las fazañas de nuestros principes que ni de·la tanta y tan sobrada limosna que el magnanimo rey don Alfonso a·los de Cluniaco fazia: ni del hauer tantos monesterios en·la España fundado: ni del hauer reformado el seruicio de Dios en aquella: mucho menos del hauer escapado de·las penas del purgatorio y a hauer subido a·la gloria del cielo por los tantos sacrificios»