«llamar su enemigo y poner lo en su casa. O maldito el desatiento cruel y de·la Ytalia que le llamo y del rey de Francia que tal siguio para tanto perdimiento y daño de toda la cristiandad: pues monta que en·esto paro nuestra Hespaña de que vido que la morisma no podia conquistar. Que digo no podia? Mas que podia mejor que nunca: y que los mismos cristianos le destorbauan tanto bien: puso»