«el pastor. Ellos entonce marauillados de la tanta merçed que Dios les hauia fecho: fincaron los dos las rodillas por suelo y dieron con lagrimas gracias a nuestro Señor por tan miraglosamente los hauia escapado del poder de·los moros: y con los mismos fierros que trahian en las piernas que siquier por señal de·la marauilla tan grande les hauian quedado fueron se para la ciudad: y en entrando por ella toparon con las moças que»