«los prelados de que tal sintieron echaron se le a·los pies y suplicaron su alteza: que no pusiesse tan a peligro su real persona y estado: que la grandeza de su tan real coraçon no se hauia de mostrar tan menguada de consejo que tan desauentajadamente y tan sin gente y sin armas se quisiesse perder: que por esso lo hauian sus enemigos por le tomar tan a su ventaja que se podiessen tan a su guisa»