«inclina señor la tu oreja abaxa te y oye. Abre tus ojos y vey la nuestra tribulacion: y sobre aquella ciudad tuya sagrada sobre la qual es el tu nombre ya inuocado. Eres tu señor de todo el mundo y no hay quien pueda resistir a tu magestad porque debaxo de tu mandado es todo metido y en la tu mano es toda la tierra hasta los drechos de nuestros reynos: por·ende señor tu rey de»