«la vuestra blancor, que vos resplandesçeis tanto como la niue, e digo·vos, dixo la raposa, si el vuestro cantar es semejante a la belleza de vuestra persona, que non vos falleçe ninguna cosa en aqueste mundo. Quando el cueruo se oyo asy largamente loar fue muncho contento, e prestamente començo a cantar, e el formaje cayo·le del pico, e la raposa recogio·lo prestamente, diziendo: tuyo sea el»