«cuerpo, que habelidad, belleza, fortaleza e grandeza le fazian vno dentro los mas dispuestos e fermosos del mundo, asy l·auia Dios tan complidamente premjsso los bienes del alma, que discrecion, constancia, verdat, ozadia e franqueza, le dauan entre los virtuosos asenyalado renombre, abiertamjente mostrando que asy como la grandeza de·la persona suya era mucha, asy aquella del anjmo era tanta que signanmente estimaua virtut, recelaua jnfamia e»